La gran oración de protección canónica de la Iglesia católica es la oración de San Miguel Arcángel, que es una de las oraciones más antiguas y veneradas de la tradición católica. Esta oración fue compuesta por el Papa León XIII en 1886 y se recita tradicionalmente después de la Misa.
La oración de San Miguel Arcángel es una petición de protección y ayuda divina en la lucha contra el mal y las tentaciones del diablo. La versión más común de la oración es la siguiente:
«San Miguel Arcángel,
defiéndenos en la batalla.
Sé nuestro amparo
contra la perversidad y asechanzas
del demonio.
Reprímale Dios,
pedimos suplicantes,
y tú, Príncipe de la Milicia Celestial,
arroja al infierno con el divino poder
a Satanás y a los demás espíritus malignos
que andan dispersos por el mundo
para la perdición de las almas.
Amén.»
